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L'équilibre est fragile

4 octobre 2007

MULTA [ES]

Cada año millones de visitantes acuden a Ámsterdam. Lamentablemente, la ciudad no está diseñada para absorber este flujo creciente de vehículos. Para que Ámsterdam siga resultando transitable y agradable para sus visitantes, sus habitantes y sus empresas, se ha implantado el estacionamiento de pago en gran parte de la ciudad, de la misma manera que en la mayoría de grandes ciudades europeas.

 

Ha aparcado en un estacionamiento de pago sin haber abonado el importe requerido o lo suficiente. Por ello se le ha impuesto una multa y se le insta a pagar una cantidad que oscila entre 50,60€ y 51,60€.

ATENCIÓN: su vehículo se encuentra en una zona donde se pueden colocar cepos. Dispone de algunos minutos para pagar la multa. Transcurrido este plazo, los controladores colocan un cepo, cuya instalación y retirada tienen un coste de 53€, que se facturará independientemente del importe de la multa. Por lo tanto, el coste total puede ascender a 104,60€.

Puede abonar la multa en los Puntos de Servicio Público siguientes. Atención: debe presentar la sanción, de lo contrario no se podrá cumplimentar el trámite.

Beukenplein 50 abierto de lunes a viernes de 9h a 17h30.
De Clercqstraat 42-44, abierto de lunes a sábado de 8h a 16h30.
Fuera de horario, diríjase a nuestra oficina de la calle Daniel Goedkoopstraat 7. Esta oficina abre todos los días de 7h a 23h.

Consulte el reverso para conocer la localización de las oficinas.

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2 octobre 2007

La Resistencia - Ernesto Sábato -

    Hay días en que me invade la tristeza de morir y, como si puediera ser la muerte la engañada, me atrinchero en mi estudio y me pongo a pintar con frenesí, confiado en que ella no me arrebatará la vida mientras haya una obra sin terminar entre mis manos. Como si la muerte pudiese entender mis razones, y yo hacer de Penélope para detenerla.
    Cuando la gente me para por las calles para darme un beso, para abrazarme, o cuando voy a algún acto, como en la Feria del Libro, donde una multitud durante horas me está esperando y me colma con su afecto, una invencible sensación de despedida me nubla el alma.

    Cada vez me ocupan menos los razonamientos, como si ya no tuvieran mucho que darme. Como bien dijo Kierkegaard, "la fe comienza precisamente donde acaba la razón". Momentos en que navego sin preguntas mar adentro, no importan las lluvias ni los fríos. Y otros en que me amarro a viejas sabidurías esotéricas, y encuentro calor en sus antiguas páginas como en las personas que me rodean y me cuidan. Me avergüenza pensar en los viejos que están solos, arrumbados rumiando el triste inventario de lo perdido.

    Antes, la muerte era la demostración de la crueldad de la existencia. El hecho que empequeñecía y hasta ridiculizaba mis prometeicas luchas cotidianas. Lo atroz. Solía decir que a la muerte me llevarían con el auxilio de la fuerza pública. Así expresaba mi decisión de luchar hasta el final, de no entregarme jamás.
    Pero ahora que la muerte está vecina, su cercanía me ha irradiado una comprensión que nunca tuve; en este atardecer de verano, la historia de lo vivido está delante de mí, como si yaciera en mis manos, y hay horas en que los tiempos que creí malgastados tienen más luz que otros, que pensé sublimes.
    He olvidado grandes trechos de la vida y, en cambio, palpitan todavía en mi mano los encuentros, los momentos de peligro y el nombre de quienes me han rescatado de las depresiones y amarguras. También el de ustedes que creen en mí, que han leído mis libros y que me ayudarán a morir.

2 octobre 2007

Crack

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